Cuentan que cuando el mundo aún no conocía el descanso, nació una nube diferente. No flotaba como las demás, ni seguía el viento. Nuba se quedaba donde más la necesitaban: sobre cabezas cansadas, corazones inquietos y sueños que no lograban cerrarse.

Desde entonces, Nuba aparece en formas suaves: una bruma tibia, un perfume sutil, una nube de calma. No se ve, se siente. Y cada vez que un aroma te abraza o un vapor te acaricia, es ella… recordándote que mereces parar, soltar y volver a ti.